
«Pero Onán, sabiendo que la prole no sería suya, cuando entraba a la mujer de su hermano se derramaba en la tierra para no dar prole a su hermano…». Génesis, capítulo 38.
En muchas de las sociedades nómadas primitivas los hijos eran considerados una desventaja y los métodos de control de la natalidad de los que se conservan documentos datan de la XII dinastía del antiguo Egipto. Los papiros señalan que los antiguos egipcios recurrían a los pesarios de excrementos de cocodrilo y miel. El papiro de Ebers, algo más moderno, aconsejaba a las mujeres tomar brotes de acacia triturados con miel e introducírselos en la vulva en un lienzo empapado tras su maceración, lo cual no carece de fundamento ya que los brotes de acacia “exudan hidratos de carbono polimerizados que cuando fermentan desprenden anhídrido láctico que forma ácido láctico, sustancia que destruye los espermatozoides.” y evitan la procreación por el plazo de dos a tres años. En dicho papiro también se aconseja empapar hilas de lino en algún jugo ácido (vinagre, limón, etc.), lo cual se utiliza hasta nuestros días.
A Hipócrates se le atribuye el uso de un tubo de plomo para inocular medicamentos o pesarios en el útero de las damas mientras que Aristóteles propuso fijar por decreto ley el número de hijos por pareja admitiendo el aborto en su política.
La píldora del día después es un método anticonceptivo que la mujer debe tomarse en un plazo máximo de 72 horas tras el coito y cuya eficacia es superior al 90% en las primeras 24 horas después. Aunque ha sido en el siglo XXI cuando se ha comercializado, este método tiene su antescendente en el uso de la planta de silfio, una planta silvestre imposible de cultivar, que crecía únicamente en las inmediaciones de la ciudad griega de Cirene (zona mediterránea de la actual Libia), pero tan cotizada que hasta la moneda de la ciudad reproducía su imagen. De ella se extraía el laser, que era la resina aromática que exudaba la planta y que aunque tenía propiedades medicinales y culinarias, se empleaba sobre todo como método abortivo por sus propiedades estrogénicas; pero la sobreexplotación de la planta llevó a su extinción en el siglo I.
Estudios modernos con plantas estrechamente relacionadas con la asafétida, similar al silfio, muestran “una tasa de éxito de casi el 100% de eficacia cuando se administran en el plazo de tres días tras el apareamiento… de ratas.”
En muchas tribus africanas y de Oceanía los métodos anticonceptivos que se emplean masivamente son por ejemplo, el que emplean las mujeres de Sumatra que se colocan una sustancia rica en ácido tánico en la vagina antes del coito mientras que en la Guayana francesa son los hombres los que utilizan vainas de unas frutas a modo de preservativo.
El preservativo resulta ser uno de los métodos más antiguos, descrito por primera vez en el siglo XVI como «una vaina para el pene confeccionada con lino y destinada a evitar la transmisión de la sífilis” pero no fue difundido hasta 2 siglos más tarde, a pesar de ser un método muy criticado y causar gran escándalo, por lo que era llamado por algunos como «la revolución de las francesas». En nuestros días se ha perfeccionado con la incorporación de una base de silicona que aumenta la sensibilidad durante la relación sexual.
El coitus interruptus, por su parte, parece haber sido empleado en todos los tiempos como testimonian entre otros, los cuentos de Canterbury o el Hadith y las escrituras del Santo Profeta, posteriores al Corán, encomiándolo con las siguientes palabras: «Si esta práctica hubiera sido perjudicial, habría dañado a los romanos y a los persas». El Profeta sin embargo permitía su uso siempre y cuando la mujer diera su consentimiento. En la actualidad es un método que no se recomienda especialmente.
El uso de toda clase de dispositivos es algo cuyo origen se remonta a tiempos muy antiguos. Durante siglos se controló la reproducción de los camellos introduciéndoles piedras redondas en el útero sobre todo entre turcos y árabes según Hipócrates y Aristóteles, y en la actualidad algunas tribus continúan con la práctica. Se empleaban toda suerte de objetos de artesanía y materiales de todo tipo como el vidrio, el marfil, la madera, el ébano, la plata, el oro y el platino incrustado de diamantes para introducirlos en la cavidad uterina “con resultados muy variables.” El primer dispositivo intrauterino diseñado específicamente para la anticoncepción fue un anillo de fibra de gusano de seda, descrito por un médico alemán, Ritcher, pero el interés en tal procedimiento se debe al también alemán Gräfenberg que describió una espiral de platino en 1921 que prevenía el embarazo. Pero la oposición fue tal que tuvo que pasar más de un cuarto de siglo para que el anillo de Gräfenberg, caído en el olvido, resucitase, en Israel y en Japón. Los japoneses, al utilizar dispositivos plásticos, inertes y económicos, permitieron que el método se difundiera en amplios sectores de la población.
De entre los llamados métodos de barrera, el diafragma es uno de los que más éxito tiene en nuestros días. Fue descrito por Mesinga en 1882, pero no se popularizó hasta la década del 20 en Estados Unidos.
En 1932 en Japón, y en 1933 en Austria, se descubrió que en el ciclo de la mujer hay días fértiles y otros infértiles y que si se evita la relación sexual en los días fértiles, la natalidad puede regularse naturalmente. Esto tuvo una gran difusión hasta finales de los años 50 cuando apareció la píldora.
El método del ritmo fue el único admitido por la iglesia católica. Grandes defensores de la regulación de la natalidad, como John Stuart Mill y el padre de Bertrand Russell, se llevaron grandes disgustos y levantaron una gran polémica en revistas como el British Medical Journal.
Solamente a principios de siglo, mujeres como Mary Stones en Inglaterra y Margaret Sanger, en Estados Unidos, consiguieron llevar adelante campañas anticonceptivas. La segunda consiguió fundar una clínica de contracepción que comenzó a funcionar después de la primera guerra mundial.
Después de su perfeccionamiento, se crearon infinidad de dispositivos intrauterinos pero solo a partir de 1898 se empezó a experimentar con el ciclo ovárico y con la función del cuerpo amarillo, y fue Auguste Prenant quien sugirió la función hormonal de este último. En 1929 y 1934 se identificaron los estrógenos y la progesterona y tras muchas investigaciones se logró el descubrimiento de potentes compuestos semisintéticos con actividad similar a las hormonas naturales, hasta que por fin se lanzó la primera píldora anticonceptiva llamada Enovid generando una enorme carrera por comercializar compuestos parecidos. Más adelante surgió la vía parenteral y los implantes, también con mucho éxito.
Para la anticoncepción en el hombre existen solamente dos métodos: el uso del condón y la abstinencia periódica. La vasectomía, que es un método permanente, viene practicándose desde los años 40 del siglo pasado. Se estima que unas 42 millones de parejas en el mundo dependen de esta práctica para el control de la natalidad. En 1985, se introdujo la vasectomía sin bisturí, desarrollada en China en 1974 por el doctor Li Shungiang.
A pesar de los enormes progresos en la regulación de la fecundidad, y aunque hoy contamos con anticonceptivos eficaces, inocuos y suficientemente económicos no está ni mucho menos resuelto el anticonceptivo perfecto y persiste la necesidad de seguir buscando métodos mejores.
Fuentes
ABC, Yale University, The Straight Dope, scielo.sld.cu