
Según etnias y razas, entre el 85 y el 98% de las mujeres padecen celulitis. Pero a diferencia de los que puede pensarse , ésta no es una enfermedad. El síndrome de la piel de naranja es una condición propia de las mujeres debida a la acumulación de tejido adiposo en forma de nódulos de gasa en ciertas partes del cuerpo y que se puede ver agravada por la retención de líquidos ente otras cosas.
La acumulación de grasas se debe a la producción de dos hormonas, la progesterona y el estrógeno relaciondas con los atributos femeninos. Una terapia hormonal para tratar la piel de naranja afectaría a lo que caracteriza a la mujer como tal. Pero hay otras maneras de combatirla o al menos factores que la empeoran y a los que hay que tomar en cuenta.
Es el caso de las píldoras anticonceptivas u otros procesos de suministro de hormonas que desestabilizan el sistema endocrino de la mujer y que pueden repercutir en un empeoramiento de la celulitis.
La retención de líquidos puede evitarse bajando el consumo de sal. La sal no es causa directa de la celulitis, pero su consumo puede empeorar notablemente el aspecto general de la piel y dificultar la eliminación de las toxinas.
Asimismo, el uso de tacones y de ropa ajustada se relaciona con la celulitis porque entorpecen el riego sanguíneo. La mala circulación sanguínea es uno de los factores que coadyuvan a la aparición de la celulitis.
Otro factor que influye en la acumulación de toxinas es el abuso de alcohol y tabaco. Estas toxinas son de difícil erradicación una vez que se asientan en el tejido adiposo y su efecto es muy negativo.
No menos perjudicial es el consumo de grasas hidrogenadas que se encuentran en la repostería industrial sobre todo si son transgénicas.
Y, finalmente, no menos perjudiciales, son el estrés y la ansiedad que contribuyen a a desequilibrar el sistema hormonal y con ello a propender a una mayor acumulación de grasas.
Teniendo en cuenta estos factores, es más fácil cuidar el aspecto de nuestra piel y reducir la aparición de la piel de naranja.