
El síndrome de Hybris ya fue rápidamente detectado por los antiguos griegos para identificar a los héroes que, borrachos de éxito y haciendo acúmulo de poder, comenzaban a comportarse como auténticos tiranos cuando no como dioses.
El síndrome es propio de los abusadores que llegan a cometer vejaciones y acciones crueles hacia los que, según su parecer, están «por debajo de ellos.» Héroes militares, políticos, directivos de empresas… todos ellos pueden padecer lo que actualmente se denomina síndrome o mal de Hubris, un trastorno paranoide, y descrito hace años por David Owen, que fuera ministro de exteriores británico y también neurólogo. Owen describió a estos individuos en su obra «En la enfermedad y en el poder» en la que señala a aquellos que padecen esta patología «que se inicia desde una megalomanía instaurada y termina en una paranoia acentuada.»
Síntomas del síndrome de Hybris
Entre los síntomas que afectan a estos individuos encontramos que suelen darle a todo un sesgo altamente egocéntrico cuando por ejemplo, tratan sobre cualquier tema por más intrascendente que sea; denotan una confianza desmedida en sí mismos; son impulsivos e imprudentes; se sienten superiores a los demás; le otorgan una desmedida importancia a su imagen; ostentan sus lujos; son excéntricos; se preocupan porque sus rivales sean vencidos a costa de cualquier cosa; no escuchan a los demás; son monotemáticos (todo ronda en tono suyo); se sienten iluminados y aunque fallan, no lo reconocen.
La pérdida de poder o de popularidad los sume en la desolación, «la rabia y el rencor» y entonces, solo entonces recurren a algún tipo de ayuda psiquiátrica o psicológica. Pero solo tras «dejar muchos cadáveres por el camino.»
Etapas
La primera etapa se da cuando el sujeto asume un poder y comienza a verse rodeado de aduladores. Si al principio dudaba de su capacidad para ejercer el mando, las dudas pronto se disipan y atribuye todos los éxitos a sí mismo. De aquí pasa a la fase en la que cree que nada de lo que dice, hace y piensa puede ponerse en entredicho. Se siente infalible e insustituible. Y todo aquél que se le oponga será relegado al ostracismo. Estos sujetos confunden realidad con fantasía como cosa normal. Su mundo se divide entre ganadores y perdedores por lo que se asumen como ganadores a la vez que temen enormemente perder su status y se afanan a toda costa por mantenerlo ya sea mediante el fraude o la tergiversación de los hechos sin dudar ni por un momento en adoptar actitudes amenazantes y causar a los demás que están por debajo de él, daños irreparables.