La piel es un órgano, el más extenso de nuestro cuerpo a través del cual absorbemos sustancias, a algunas también las desechamos, pero sobre todo las absorbemos. Por ello es importante prestar atención a los productos químicos que le aplicamos, por ejemplo, los cosméticos, algunos de los cuales contienen ingredientes que pueden ser dañinos para nuestra salud.
Existe un listado de algunas sustancias prohibidas pero la mayor parte de las sustancias que se emplean en la industria cosmética no se analizan. Primero las usamos y en función de cómo responda el organismo de las personas se las prohíbe tras un tiempo prolongado de estudios y controversias. En estos momentos la UE está solicitando a los fabricantes información toxicológica referente a los productos químicos que más se emplean y se calcula que para 2018 se obtendrán datos de unas 30.000 sustancias de las 100.000 que existen.
El hecho es que a pesar de que se sabe que algunos productos son tóxicos, se siguen empleando porque son los más económicos. Las marcas que usan ingredientes 100% naturales son las más caras y hay fabricantes que añaden la palabra «natural» o «ecológico» a sus productos cuando no lo son. Por otra parte, aunque un producto sea natural, no significa que no sea tóxico.
Para saber qué cosméticos comprar y cuáles no, debemos leer en el etiquetado los últimos ingredientes del listado. Nunca debemos comprar cosméticos (champú, cremas, dentífricos, etc.) que incluyan cloro o bromo (Chloromethylisothiazolinone ó 2-bromo-2-nitropropane-1,3-diol) ya que estos productos químicos organohalogenados se acumulan en nuestro organismo y no pueden ser eliminados con facilidad. Pueden producir cáncer y ciertos problemas hormonales. Además no son biodegradables con lo cual pasan a los peces causándoles infertilidad o cambio de sexo. No hay que confundir cloro con chloride (solidum chloride) que es la sal que usamos para cocinar.
Otro producto que cabe evitar son los parabenos, que afectan al sistema endocrino. No hay consenso al respecto, pero ante la duda conviene evitarlos.
Los jabones y los champús contienen sodium laureth sulphate que en el proceso de fabricación destila 1,4-dioxano2,3,4 que es una sustancia cancerígena. Pero no existen prácticamente jabones ni champús que no lo contengan. La opción es recurrir a los jabones y champús para bebés en los que se lo sustituye por cocoglucoside (una mezcla sintética de jabón y azúcar).
Un ingrediente presente en dentífricos y enjuagues bucales es el Triclosan que jamás se debe comprar. Es parecido al DDT con lo cual no solo es un veneno para el cuerpo sino también para el medio ambiente.
También hay que evitar usar antitranspirantes, que no son lo mismo que los desodorantes. Los antitranspirantes bloquean los poros debido a su contenido en aluminio (Aluminium), con lo cual el organismo no puede expulsar los desechos a través del sudor. Hay desodorantes, casi todos ellos, que emplean piedra de alumbre (alumbre potasio) que también contiene aluminio por lo que también conviene evitar su uso por muy natural que sea.
El formaldehído de los quitaesmaltes, por su parte, también es cancerígeno. Y en cuanto a los protectores solares generalmente llevan filtros UV químicos, dañinos para la salud. Conviene comprar los que contienen filtros físicos como el Titanium dioxide u óxido de zinc. El inconveniente de éstos es que dejan una película blanca sobre la piel lo cual no es del agrado del consumidor por lo que la solución es hacerse con un protector que contenga los dos tipos de filtros y sustancias antioxidantes como la vitamina A o E.