Nadie lo hubiera sospechado, y menos aun las que realizan a última hora la operación bikini, pero investigadores de la Escuela de Medicina de Harvard (EEUU) analizaron cómo influye la temperatura ambiental en la quema de grasas y comprobaron que cuando hace frío las células de grasa o adipocitos liberan parte de su energía en forma de calor, lo que repercute en nuestro peso.
Lo curioso es que los adipocitos se dan cuenta por sí mismos si hace calor o frío. No necesitan de ninguna otra fuente de información.
Los estudiosos realizaron experimentos con células de grasa blanca y de grasa parda a diferentes temperaturas y la conclusión fue que cuanto más baja es la temperatura las células duplican los niveles de la proteína UCP1 que es la que hace que se pierda calor y energía.
Estas pruebas son de suma importancia teniendo en cuenta que el 7% de la población adulta hoy día es obesa a lo que si sumamos las personas con sobrepeso, tenemos un 53,7%. Y esto no afecta solo a los adultos. Uno de cada diez niños padece obesidad, y dos, sobrepeso.
Fuente
Universia