Está de moda. Depilarse el vello púbico, tanto en mujeres como en hombres es una práctica en auge desde hace unos años. Sin embargo, aunque desde el punto de vista estético pueda gustar más o menos, desde el punto de vista de la salud, todas son desventajas. El vello púbico es una barrera contra el contagio de las infecciones de transmisión sexual y eliminarlo propende a aumentar el riesgo de contraerlas.
Al retirar el vello púbico con rasuradora o cuchilla, aun cuando no sea perceptible a simple vista, se producen pequeñas heridas que son una puerta de entrada a la infección. Verrugas, papilomas, herpes, hongos, tiña o sífilis pueden contagiarse fácilmente. El simple contacto entre la piel depilada de los miembros de la pareja hace que la infección pase de uno a otro.
El preservativo solo protege de ciertas enfermedades de transmisión sexual, pero si al preservativo se añade el vello púbico el riesgo de contagio es casi nulo. Lo mejor es que al menos uno de los miembros de la pareja no se rasure el pelo del pubis.
En cualquier caso, si se decide depilarse el pelo púbico conviene seguir algunas pautas: uno o dos días antes del rasurado conviene practicarse una exfoliación con un guante de crin y un gel de pH neutro. Ducharse con agua caliente hace que los poros se abran y el dolor sea menos intenso. Tras la depilación se aconseja una ducha fría cuyo efecto será calmante, y aplicar una crema hidratante.
Si se acude a un centro especializado, hay que asegurarse de que cumple con las certificaciones pertinentes. Asegurarse de que han cambiado las sábanas en la camilla y exigir que la persona use guantes de un solo uso.
También hay que cambiar la vara de depilar cada vez e incluso tras cada vez que se la unta para evitar la proliferación de bacterias.
Tras la depilación deben evitarse los rayos solares o las camas de bronceado. Conviene no mantener relaciones sexuales durante al menos dos días.