Ya está bien… Has terminado un larguísimo día en el que el cretino de tu jefe no ha hecho otra cosa que cargarte de trabajo que no es tuyo y de broncas que debería haberse echado a sí mismo. Has saludado a tu pareja, que apenas ha separado los ojos de la tele par gruñirte un “buenas noches” desganado…
Y, por fin, el momento que llevas esperando todo el día: te desvistes entras a la ducha… El agua caliente, casi quemando, arrastra las tensiones. Estás de tan buen humor que… que… Pero, ¿qué es ese pestazo? Apartas la cortina de la ducha y al asomarte lo ves ahí, sentado en la taza, con móvil en la mano, masacrando marcianitos y destrozándote la pituitaria.
Debería castigarse con la cárcel, lo de tu chico. Parece que esté esperando a que te metas en la ducha y uses tus ungüentos más perfumados para entrar al cuarto de baño a… marcar su territorio con el olor. Está visto que el romanticismo ha muerto… asfixiado.
Todo tiene remedio
En todo caso, existe una buena solución para que los ratitos de ducha sean eso, ratitos de ducha, de relax, de estar a solas contigo misma, con tu cuerpo y no con los restos de la digestión de tu novio (¿Se puede saber qué viste en él?): estamos hablando de las mamparas de ducha.
Y no, no es una solución ni mucho menos cara: échale un vistazo a estas mamparas de ducha súper baratas de Buykuki.com ¿Dónde has visto tú una mampara por menos de doscientos euros? Y, desde luego, ofrece cuanto puedes pedirle a este tipo de objetos: tiene su hoja curvada autorretornable. Simple y elegante, el perfil de aluminio puede ser blanco o cromado.
Por intimidad y limpieza
Tampoco viene al caso describir en profundidad esta u otras barreras, que aportan un poquito más de intimidad a la ducha, así como algo más de limpieza al baño (sabes que salpicas: ducharte con esa presión de agua y no salpicar sería como pasear por la playa y no llevarte arena en los pies).
Por cierto, que si el dinero no es problema, puede que fuera buena idea que te hicieras con una ducha de hidromasaje. Tienes una fabulosa en la misma página que acabamos de mencionar, con su mampara y todo, por sólo 610 euros.
La otra solución pasa por sentarte con tu chico y explicarle que la magia se ha ido. Pero, por doscientos euros pelaos, ¿vale la pena llevarse el disgusto?