
En entrevista a esta investigadora de la UIB, Margalida Gil revela que un estudio reciente a nivel nacional con médicos y pacientes de Atención Primaria señala que aproximadamente un tercio del riesgo de padecer una depresión tiene como causa factores económicos y que el 20% de estos pacientes somatizan su malestar psicológico en afecciones de difícil tratamiento.
Según la psicóloga, una persona en paro tiene un 40% más de probabilidades de caer en una depresión que una que no lo está, dato que deriva de estudios que se realizaran durante las crisis de los países asiáticos y nórdicos, ya que no existen apenas estudios sobre este tema en concreto constatándose, según dichos estudios, una prevalencia de los trastornos mentales y de los suicidios. Pero la causa no sería en sí la pérdida de nivel adquisitivo o de status social sino más bien la auténtica falta de recursos y la imposibilidad de cubrir las más urgentes necesidades, lo que no significa que no debamos hacer un ejercicio de autocrítica en lo que se refiere a la falta de tolerancia a la frustración que inculcamos a nuestros hijos en épocas de bonanza.
Sin embargo, según afirma Margalida Gil, en términos generales, y a falta de datos concluyentes, fuera de los citados, la salud tiende a mejorar en tiempos crisis, fundamentalmente en los países industrializados, porque las personas disponen de más tiempo libre para pasear, hacer ejercicio físico, y cuidar de sí mismos. La disminución de la productividad contribuye a una reducción del estrés, se usa menos el coche, con lo que hay menos accidentes de tráfico, y al disminuir los flujos migratorios, hay menos posibilidades de que se propaguen enfermedades. Por otra parte las personas dan prioridad a otras cosas y recurren menos a los servicios sanitarios.
Aun así, y aunque parezca contradictorio, hay más personas con síntomas de ansiedad y también más disfunciones en las dinámicas familiares. Con las crisis, se cuadriplican los pacientes que admiten tener problemas de alcoholismo, el cual está asociado a tener más tiempo libre. En cualquier caso, tanto el alcoholismo como la depresión dependen de la vulnerabilidad del sujeto. También, según Gil, es más probable que uno que se encuentra en paro durante el lapso de un año se deprima más que aquél que lleva más tiempo en paro porque solemos adaptarnos bien a las situaciones adversas. Empero, una depresión desatendida o mal tratada puede llevar al suicidio o a desarrollar otros problemas de salud como son los endocrinos o cardiovasculares, o los somatomorfos, o psicosomáticos, que traen de cabeza a los facultativos ya que no siempre se encuentra tratamiento eficaz contra estos últimos. Éste es le motivo por el que, según Gil, no hay que hacer recortes en la Atención Primaria.
Fuente:
http://www.diariodemallorca.es/mallorca/2012/05/13/depresion-desatendida-conducir-suicidio-o-causar-enfermedades/765545.html
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