Ya en la Antigua Grecia se consideraba el cuerpo depilado como ideal de belleza. Prueba de ello son las esculturas de la época, de jóvenes atléticos y apuestos, sin siquiera vello púbico. En Roma, los gladiadores del circo romano salían al ruedo depilados y aceitados y lo mismo en cuanto a los competidores olímpicos donde el cuerpo bien esculpido y depilado era signo de poder y causa de admiración.
En el caso de China, la depilación era una costumbre higiénica y símbolo de pureza. Se rasuraban la cabeza y se depilaban el pecho, la espalda y las extremidades.
Esta costumbre es igual en muchas tribus indígenas en las que el cuerpo sin vello es señal de fuerza y de hombría pero también de higiene. Esto es corriente en las tribus americanas, polinesias, y africanas.
Pero durante mucho tiempo el hombre llevaba el cuerpo peludo cosa que fue disminuyendo con el tiempo hasta llegar a los extremos a los que se llegan hoy en día. Hoy en día un 16,7 % de los hombres admiten que se depilan sobre todo el pecho y los genitales. En el caso de las mujeres, para el 27,5% forma parte de su rutina. Además de piernas y axilas, se rasuran todo el vello púbico a lo que se denomina «depilación brasileña».
Para algunos, el cuerpo depilado favorece las relaciones sexuales pero otros todavía conservan cierto prejuicio porque les resulta poco masculino. Hace 50 años ni se lo pensaban. Se llevaba el pelo largo y desordenado, barba y bigote y camisas abiertas para exhibir el pelo del pecho.
En este siglo XXI se ha impuesto estar depilados ya sea por estética o por placer y los centros de depilación abren por doquier. Las zonas más demandadas por los hombres para ser depiladas de forma integral son el pecho, la espalda, las piernas o muslos, los brazos, los glúteos, las ingles, las axilas, la zona facial de las cejas (entrecejo), la zona genital, etc. y aunque suelen usar maquinillas como toda la vida también recurren a cremas o a la depilación con cera. Sobre gustos…