
El jabón, según la RAE, es una pasta soluble que resulta de la combinación de un álcali con los ácidos del aceite u otro cuerpo graso. La parte grasa del jabón es justamente la que se adhiere a la zona que se quiere limpiar mientras que el resto de la molécula de jabón queda adherida al agua.
El jabón se fabrica a base de hervir grasa con soda cáustica, y es esta composición la que le permite llevarse consigo las partículas de suciedad cubiertas de grasa.
Las moléculas del jabón tienen forma fibrilar. Se componen de dos partes: el cuerpo, que es fibroso y largo y el extremo o cabeza, que son dos átomos cargados eléctricamente. El cuerpo es la parte que se adhiere a las partículas oleaginosas y el extremo, la parte que se pega a las moléculas del agua. De este modo es que se logra que la partículas de suciedad se desprendan del objeto que queremos limpiar.
La introducción de la sosa sintética en el siglo XIX, disparó la producción del jabón e hizo que su precio cayese a mínimos históricos lo que tuvo efectos beneficiosos en la higiene y en la salud de las personas.
En la actualidad el jabón se comercializa en forma de barra, en forma de polvo, como gel, crema o líquido, con formas distintas, y colores y aromas muy variados; también los hay que llevan ingredientes exclusivos, como los jabones hidratantes, los jabones para pieles atópicas, secas o grasas, antibacterianos, anticaspa, vegetales, artesanales, entre otros.
Fuentes
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