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Desesperada

El niño que habló gracias a un chimpancé

10 marzo, 2013
Autismo y animales

No hace mucho un grupo de niños con autismo fue de visita al Zoo de Sevilla para visitar a Gina, entre otros animales. Gina es una chimpancé famosa en ese zoo por su afición a mirar ciertos programas en la tv.
Al rato debían irse y uno de los padres que acompañaban a sus hijos, al ver que el suyo se quedaba como pegado a las rejas de la jaula de Gina y no se movía, intentó apresurarlo, pero de repente el niño le dijo a su padre «quiero quedarme un rato más papá» un hecho asombroso teniendo en cuenta que era la primera vez que el niño pronunciaba palabra. Era la primera vez que su padre escuchaba su voz. A todos se les erizaron los pelos de la emoción y su padre lloró.

Una investigación cuyos resultados se editaron en la revista Plos ONE esta semana explica cómo los niños con este síndrome mejoran su interrelación social cuando están en contacto con cobayas que cuando solo disponen de juguetes. Y otro estudio publicado en el Journal of Psychoneuroendocrinology en 2010 demostraba cómo los niños con autismo se sienten mejor cuando cuentan con la compañía de un perro y les resultaba más fácil expresarse ya sea emocionalmente o respecto de sus necesidades lo cual es fundamental para interactuar con sus familias. Los resultados del estudio ponían de manifiesto que los niveles del cortisol en saliva, la hormona asociada al estrés, descendían asombrosamente cuando los niños estaban con los perros. De acuerdo con la doctora Temple Grandin, profesora de conducta animal de la Universidad Estatal de Colorado, y que padece el síndrome de Asperger, semejante al autismo, mantiene una relación estrecha con animales y lo atribuye al hecho de que los animales no son contradictorios en sus afectos lo que da lugar a una comunicación mucho más fluida que la que se puede mantener con otras personas. Los autistas no llegan a captar las metáforas ni los dobles sentidos que usamos habitualmente las personas tales como «te voy a comer a besos.» Según esta doctora los autistas piensan en imágenes, lo mismo que los animales y esa aptitud despierta seguridad y confianza en los autistas.
También se ha comprobado que la compañía de animales como por ejemplo caballos (equinoterapia), o animales de granja, genera una evidente mejora en personas que padecen depresión, baja autoestima o fobia social.

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Los últimos estudios investigan además la capacidad de los animales para detectar enfermedades como el cáncer, ataques epilépticos e hipoglucémicos y se están entrenando a monos capuchinos para asistir a personas incapacitadas físicamente en sus actividades cotidianas como servirse un vaso de agua o calentar la comida.

Fuente: http://www.elmundo.es

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