El gobierno británico ha mostrado su deseo de perforar el Artico en busca de reservas de gas y petróleo. El gabinete conservador de Cameron mostró el martes en un informe su oposición a una iniciativa parlamentaria que buscaba imponer una prohibición de perforar el Ártico en busca de petróleo y gas, basándose en la fragilidad de este ecosistema.
Los conservadores ingleses tienen en mente las estimaciones según las cuales los expertos calculan que la región del Ártico conserva aproximadamente el 30% de las reservas de gas del planeta y el 13% de las reservas de petróleo, un botín muy jugoso, en un momento como el presente en el que debido al monstruoso volumen de consumo mundial, las reservas de petróleo comienzan a escasear.
El problema es que, aparte de los riesgos y la dificultad que conllevaría la exploración de una región tan particular, da bastante miedo imaginarse las consecuencias que podría tener un fallo como el que tuvo lugar en el Golfo de México en el año 2010, en un lugar tan sensible y con tanta importancia medioambiental en todo el planeta.
En Septiembre, un comité parlamentario británico pidió al gobierno británico que cesara toda actividad de perforación en busca de hidrocarburos en el Ártico, la que calificaban de “irresponsable” hasta que fuera establecida un protocolo de respuesta eficaz ante un posible accidente medioambiental.
El ministro de asuntos exteriores británico respondió que estaba trabajando en el desarrollo de leyes internacionales más exigentes para defender la biodiversidad marina en el Ártico, y que apoyaba los esfuerzos para mejorar la prevención de los vertidos de petróleo.
Los ecologistas, sin embargo no se fían de la posibilidad de “perforaciones seguras” en un entorno tan extremadamente complicado como es el Ártico. El día de año nuevo, la plataforma petrolífera Shell Kulk, con una carga de 150.000 barriles de diesel y 12.000 barriles de otros fluidos peligrosos encalló en la isla de Sitkalidak en el Golfo de Alaska debido al temporal y al estado de la mar.
Según el Comité de Medioambiente del Reino Unido, el episodio del Kulk debería de servir para activar todas las alarmas así como para denunciar ante la comunidad internacional la peligrosidad de las actividades de Shell en el Ártico.