
El ruido es un contaminante ambiental y como tal supone un riesgo para la salud de la población en especial en las ciudades. No solo afecta a la capacidad auditiva cuando llevamos los cascos puestos con la música a todo volumen, sino que también puede constituir un problema a nivel cerebral, del sistema inmune y del corazón. Acorta la esperanza de vida y empeora su calidad.
Existe una correlación aunque moderada, entre la contaminación acústica y las enfermedades cardiovasculares como la hipertensión arterial o el infarto de miocardio. Una exposición diaria al ruido por encima de los 65 dB (el ruido producido en una oficina, taller de coches, discotecas, conciertos, motor de autobuses a un metro de distancia) desencadenan una serie de procesos orgánicos que afectan al corazón. Esos procesos son: aumento temporal de la tensión arterial y la frecuencia cardiaca, vasoconstricción, incremento de la viscosidad de la sangre y subida de los niveles de lípidos y electrolitos en la misma.
Según la OMS el ruido producido por el parque automovilístico está relacionado con enfermedades isquémicas cardíacas: anginas de pecho e infarto agudo de miocardio. También alerta sobre la relación del impacto de ruido y la hipertensión. Los efectos son peores cuando son nocturnos ya que altera el régimen de sueño.
Aunque consigamos conciliar el sueño, los ruidos cambian el patrón de sueño y los ritmos circadianos y por consiguiente la salud. Mientras dormirmos el ruido genera cambios posturales, despertares precoces, sueño liviano, y aumento de la frecuencia cardíaca.
Ademas y quizás por sobre todo, la exposición al ruido, estresa lo que implica un aumento de los niveles en sangre de adrenalina y cortisol lo que a su vez provoca cambios en el sistema cardiovascular, inmune y endocrino. Si el estrés es crónico, disminuyen las defensas del organismo frente a virus y bacterias. Y por otro lado también afecta a las funciones cognitivas, disminuye el rendimiento en el trabajo y en las tareas escolares.
También se sabe que el ruido puede repercutir en la salud mental de las personas causando ansiedad, irritabilidad e inestabilidad emocional.
El segundo país con mayor contaminación acústica es España, por detrás del Japón.