
Desde que Elaine N. Aron comenzara a investigar sobre las personas sensibles a principios de los 90 y escrito numerosos artículos y libros sobre la sensibilidad, tales como El don de la sensibilidad (The Highly Sensitive Person), y desarrollara un test para determinar si eres una persona que se ajusta a este perfil o no, ha aumentado el interés sobre la introversión en general y somos más conscientes de los rasgos que caracterizan a este tipo de personalidades que no dejan de ser una minoría, tal y como comenta Aron. Solo un 20% de nosotros somos personas altamente sensibles. Pero esto no significa que sea «malo» serlo. Las personas altamente sensibles poseen rasgos de carácter positivos: son más intuitivas, aprecian los matices, conectan rápidamente con su inconsciente y el de los demás, son capaces de experimentar grandes dosis de empatía y procesan sus experiencias a niveles más profundos, sienten las cosas con mayor intensidad.
Otros rasgos típicos de estas personas es que son muy reactivas emocionalmente, de ahí que pueden alcanzar niveles más altos de empatía o preocupación por sus semejantes. Aunque les cueste más tomar decisiones esto hay que atribuirlo a que sopesan en mayor medida las consecuencias de las diferentes situaciones, de ahí que sean más cautas y reflexivas lo que es una característica muy deseable para trabajar en equipo. Por otra parte se conflictúan más si toman la decisión equivocada; la sensación que les produce cometer un error se amplifica. Son muy muy observadoras y son las primeras en darse cuenta de los cambios en una habitación o los cambios de vestimenta de los otros o de sus estados emocionales.
No todas las personas altamente sensibles son introvertidas. Un 30% de ellas son extrovertidas y les resulta más fácil interactuar en sociedad y no sentir la opresión de que no encajan en ninguna parte. Por otro lado la manera en que se las juzga depende mucho del contexto sociocultural. En la India, por ejemplo, no se ve mal que un hombre sea altamente sensible o altamente emocional.
Los padres de niños altamente sensibles no deberían sobreprotegerlos ni pecar por omisión de atención o afecto. Hay que valorarlos de manera que a medida que vayan creciendo adquieran «confianza en sí mismos y sepan que pueden hacer las cosas bien», explica Aron.
Este tipo de personas pueden sentirse abrumadas y fácilmente fatigadas por los ambientes ruidosos o muy sobrecargados de estímulos y personas, por lo que prefieren hacer gimnasia solos, trabajar en sitios pequeños y más bien aislados del resto, o bien ser autónomos para poder crear un ambiente que no los sobrestimule.
Suelen ser cuidadosos, se definen como personas espirituales y creativas y necesitan momentos de soledad para regular sus sentidos y descansar.
Si te identificas con este tipo de personalidad, adapta tu entorno a tus necesidades y procura analizar en menor medida los estímulos y matices de las cosas. ¡Al menos no de forma que te extenúes! Es solo cuestión de simplificar…