Auténtica, nada convencional, inteligente, Diane Keaton, una de las musas de Woody Allen con quien mantuvo un idilio «neurótico», según Keaton, que duró 5 años, dice “Solo quería ser yo, fuese quien fuese”. Debido a su espíritu crítico, a sus 67 años se posiciona en contra de toda cirugía estética. Para Diane Keaton la perfección no es otra cosa que «la muerte de la creatividad» y considera que no se puede controlar el paso del tiempo porque modificar sus efectos no aporta felicidad. «Tengo la idea fija de que necesito ser auténtica… Mi cara necesita lucir tal como me siento.» No tiene miedo de envejecer delante de las cámaras y continúa siendo atractiva y muy bella además de atrevida y versátil.
Amén de actriz, es fotógrafa, cantante ocasional, ha hecho sus pinitos como directora y acaba de publicar el libro de memorias Ahora y siempre.
De lo que no cabe duda es de que su estilo, que no se debe a los estilistas de las películas sino a su propia personalidad, es único. Tanto en Annie Hall, la magnífica película de Allen, como en su vida cotidiana aparece con camisas anchas, sombreros, corbatas y chalecos, además de tirantes, pantalones amplios, a veces con toques hippies y ochenteros con look masculino. Usa gafas de pasta, gorros de lana, trajes y abrigos con anchos cinturones.
Se la identifica como la típica mujer neoyorquina pero en realidad nació en Los Ángeles, California en 1946 y su nombre es un homenaje al actor cómico Buster Keaton.
Gracias a Annie Hall ganó el Oscar a la mejor actriz y se convirtió en ícono de moda de la época por su estilo unisex, sus manierismos, y su particular forma de tartamudear.
Un modelo a imitar.