
Dior, Hermés, Kenzo o Louis Vuiton. Les Journées Particuliéres (los días especiales).
Nueve de la mañana del sábado y 140.000 personas hacen cola para entrar al mundo de la alta costura. Las colas dan la vuelta a la manzana. El de Dior ha sido el más concurrido.
Para celebrar la ocasión los salones de costura de la maison se han convertido en una réplica de sus ateliers a pequeña escala, esos ateliers donde en 1947 Christian Dior presentó su primer desfile: «paredes pintadas de blanco y gris perla, las fotografías de Irving Penn y los sillones Luis XVI» amén de los maniquíes que flanquean la escalinata de entrada con las creaciones de Raf Simons, incluida la que llevase Jennifer Lawrence al recoger su Oscar.
La visita dura apenas 30 minutos, lo suficiente para descubrir lo que cuesta crear un par de stilettos. Es un proceso que lleva 150 pasos. «Clavos, alicates, trozos de piel de cocodrilo, o de pitón teñida de rosa y amarillo, o satén», y la horma de madera se esparcen sobre la mesa del experto artesano; la horma es la pieza clave ya que a partir del diseño en papel se crea el patrón y se corta la piel para ensamblarla a mano sobre ella.
Para fabricar los típicos bolsos de Dior, Lady Dior, se necesitan siete artesanos, 43 remaches de metal y 140 piezas de piel que se tiñen, pulen, cosen y encajan manualmente usando también un molde de madera para darle su forma cuadrada.
Crear un traje masculino comprende nueve pasos, de seis horas cada uno, y se realiza completamente a mano. No hay máquinas. Se superponen tres capas de lino y crin de caballo entre el forro y la tela para darle rigidez.
Diseñar y confeccionar un vestido lleva 150 horas, más 550 horas para los bordados. Se crean tres prototipos antes de decantarse por el definitivo. Cada clienta tiene su propio maniquí. El primer prototipo de crea en tarlatán y se monta directamente sobre el maniquí. Luego se lo prueba la clienta. No importa cuántas veces haya que volver a empezar a causa de un centímetro de más o uno de menos porque es a partir de ese prototipo que se confeccionará el vestido que se lleve la clienta y por el que abonará entre 60.000 y 100.000 euros. Desde que se corta la tela hasta que se cosen los bajos, todo aguja en mano, el proceso es responsabilidad de la misma persona.
En Dior también se crean perfumes y joyas siguiendo viejas tradiciones. Y el público quiere saber qué se esconde detrás de la haute couture. «La gente ha vuelto a buscar los valores reales», afirma Sidney Toleado, director ejecutivo de Dior. «No quieren comprar solo una marca, quieren la historia y el saber hacer que hay detrás de ella.»
Fuente
El País