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Desesperada

La exclusión de la muerte y el duelo

14 diciembre, 2012
El ritual del duelo como forma de superar la muerte

“El duelo es, por regla general, la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc. (…) Cosa muy digna de notarse, además, es que a pesar de que el duelo trae consigo graves desviaciones de la conducta normal en la vida, nunca se nos ocurre considerarlo un estado patológico ni remitirlo al médico para su tratamiento. Confiamos en que pasado cierto tiempo se lo superará, y juzgamos inoportuno y aun dañino perturbarlo.“  S. Freud.

De acuerdo con Lucía Espinosa, psicoanalista, cuando hablamos de muerte hablamos de un hecho esencial, fundacional del hombre al menos si nos circunscribimos a la cultura occidental y que exige al aparato psíquico un trabajo que no puede ser eludido a riesgo de enfermar. Este duelo es un proceso individual pero también social y cultural. Es decir, es un hecho natural ante la pérdida y un suceso estresante para quien lo experimenta, «dinámico y cambiante», «único e irrepetible» y que varía de persona a persona, entre familias y entre las diversas culturas a lo largo del tiempo.

Una pérdida importante puede ser la muerte de un ser querido, pero también la ruptura de una relación sentimental, la ausencia o separación de una persona significativa, el cese o el cambio de trabajo, un fracaso personal, la emigración, etc. y los procesos de duelo varían según el tipo de pérdida. Ocasionalmente el duelo puede durar años por ejemplo ante una muerte súbita o ante la muerte de un hijo.

Lucía Espinosa hace notar cómo hace cincuenta años el duelo se expresaba ciñéndose los hombres un cinta negra en la camisa y las mujeres vistiendo de negro sin que nadie viese en ello algo anormal o patológico. Existía ocasión para el ritual de acompañar al deudo afectado por la pena de manera tal que ésta encontrara contención y al mismo tiempo un espacio social en el cual liberarse. Pero en la actualidad y en el contexto capitalista se nos exige a los sujetos y a las familias mostrarnos siempre positivos, siempre de buen ánimo y ocultar el dolor. No hay lugar para aquello que no produzca placer inmediato. No hay lugar para el sufrimiento ni para la muerte. Está mal visto mostrarse triste y es una obligación moral mirar solo el lado bueno de las cosas. La otra cara de esta «pretendida y superflua felicidad» que se nos impone, estaría, siguiendo al filósofo Giorgio Agamben, en los campos de exterminio nazi, paradigma de la degradación de la muerte. «En Auschwitz no se moría, se producían cadáveres, cadáveres sin muerte.» Se trataba de una muerte anónima porque no había ninguna palabra, ningún gesto que la identificase como tal. Es pues la deshumanización de la muerte, un «duelo congelado», según lo planteara la psicoanalista Marie Langer, en relación a las muertes masivas durante la Revolución Nicaragüense. El sujeto en dichas circunstancias queda abolido.

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Y en la misma línea se esfuerza hoy el desarrollo científico y tecnológico que busca intervenir la muerte mediante la suspensión de los cuidados por parte de los médicos y equipos hospitalarios y reduciendo a su mínima expresión cualquier ritual funerario. Se busca la discreción para hacer desaparecer el cuerpo lo antes posible y evitar la expresión de las emociones. Se rechazan las expresiones visibles de dolor que llegan a despertar repugnancia y a ser consideradas como signo de patología. De hecho, el DSM IV califica de patológico un duelo que dure más de tres meses lo que conduce rápidamente a la medicalización de quien lo padece.

Pero el trabajo de duelo es necesario para que «lo que murió en lo real muera en lo simbólico.» El duelo sirve para suturar una falta que debe ser entendida y vivida como tal. Lo que está en juego es el «desasimiento libidinal de ese objeto perdido» para así poder cerrar el agujero que produce en el ser su ausencia. Los ritos sociales son consustanciales al trabajo de elaboración del duelo ya que le dan sostén, lo limitan, le dan soporte y lo acotan. Prohibir dicho trabajo hace que el duelo se interrumpa y que el cuerpo enferme y el dolor se eternice.

Fuente
http://www.elpsicoanalitico.com.ar/num11/subjetividad-espinosa-el-duelo-y-la-exclusion-de-la-muerte-hoy.php
http://www.psicologa.mex.tl/180888_PROCESOS-DE-DUELO.html

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