
La histeria femenina fue diagnosticada en la era victoriana. La idea provenía del dato «científica y bíblicamente» demostrado de que la mujer solo servía para procrear y jamás para sentir placer en la relación sexual. Las prostitutas eran las únicas que podían tener emisiones vaginales parecidas a la eyaculación de los hombres. La histeria incluía los siguientes síntomas: «desfallecimientos, insomnio, retención de fluidos, pesadez abdominal, espasmos musculares, respiración entrecortada, irritabilidad, pérdida de apetito y ‘tendencia a causar problemas’.”
Hacia 1860 el tratamiento recomendado era el de que estas mujeres recibieran masajes pélvicos por parte de los médicos y masajes de agua por parte de las parteras. El objetivo era que llegasen al orgasmo una o dos veces por semana. Las clínicas de frotaciones y masturbaciones estaban muy en boga debido a este falso padecimiento.
Hacia finales de siglo ya se comercializaban dispositivos para hidroterapia con pulsión directa al clítoris y a mediados del siglo XIX se habilitaron balnearios de lujo en Europa y en los Estados Unidos donde las mujeres podían descargar sus «energías» en recintos acondicionados con bidets. En 1918 se incluyó en el catálogo de la compañía Sears el primer consolador.
Pero para las que tuvieron menos suerte, entre los siglos XVIII y XIX se les practicaba la cliterodectomía que, se decía, «curaba la histeria, la melancolía, la epilepsia, el exceso de masturbación y el lesbianismo.» Esto fue así hasta bien entrado el siglo XX en Inglaterra y en Estados Unidos.
Recién en 1980 la «histeria femenina» fue eliminada de los manuales de neuropsiquiatría…
Fuente
http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com.es