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Desesperada

La separación de la pareja: aprender a perdonar

1 octubre, 2012
El proceso de separación

Si bien el otro día explicaba qué es el desamor y de lo que se siente tras la ruptura de la pareja, hoy me gustaría hablar sobre como es necesario aprender a perdonar para poder salir adelante sin odio y resentimiento.

Es un hecho que «los medios de comunicación y las revistas del corazón `han frivolizado’ mucho la separación con mensajes como `no pasa nada’, `separarse no es ningún trauma’, ‘ánimo, sepárate’, como que `todo el mundo anima a una pareja a que se separe’, tal como afirma el psiquiatra y profesor barcelonés Paulino Castells en su libro Separarse bien (Espasa, 2004), y que «Una de cada tres personas se separan y la sociedad llega a creer que como lo hace tanta gente debe ser bueno.», el proceso de separación de una pareja es un proceso traumático y doloroso.

La separación de una pareja suele conllevar reacciones de cólera, violencia verbal, cuando no física, hostigamiento, problemas con el círculo de familiares y amigos y sobre todo con los hijos si los hay. No es sino el resultado de sucesivas situaciones difíciles de sobrellevar, de malos entendidos, desgaste, aburrimiento, desengaños amorosos, problemas de convivencia, distanciamiento, falta de comunicación, diferencia de valores, cambios de personalidad, etc. «…esta situación emocional y mental nos anula, se asemeja a un proceso de duelo tras la pérdida de un ser querido.» que nos anestesia y que no sabemos a ciencia cierta cómo afrontar.

Es cierto que en un primer momento sentimos alivio. Pero pronto afloran síntomas físicos y psíquicos en parte debido a cómo enfrentarnos al futuro, solos y sin apoyos, para hacernos caer en la depresión e incluso en la desesperación. Puede que sobrevengan sentimientos de culpa por no haber sido capaces de retener a nuestra pareja, salvarla, por no haber sido capaces de comprender al otro y amarlo más profundamente. Nos sentimos merecedores o merecedoras de nuestra situación. Pero por el otro lado sentimos rabia y nos sentimos heridos. También vemos aquello en lo que la otra persona ha fallado. Nos sentimos impotentes por no poder llegar a un acuerdo y aterrados ante la perspectiva de tener que plantearnos nuevamente, quizás, el estar con otra persona, rehacer nuestra vidas, o asumir la soledad.

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Hay que tener en cuenta, además, que «La separación física es la culminación de una parte de un proceso que comienza a gestarse cuando el terreno de la relación de pareja se vuelve árido, la magia se pierde y no hay manera de recrearla. Notamos que la relación se va lastimando y la vida en común nos trae sufrimiento, entonces la idea de la separación aparece al acecho, sobre todo cuando dentro nuestro sentimos que el divorcio ya ha ocurrido más allá de nuestra voluntad, entonces desembocamos en la dolorosa decisión. Pero necesitamos saber que la separación no es un suceso, sino un proceso, un camino que necesitamos recorrer antes, durante y después de separarnos físicamente.» Vemos a diario parejas que están separadas en lo físico pero que íntimamente siguen unidas por fuertes lazos que les impiden cambiar de vida. Del «ya no me acuerdo de él» optimista se puede pasar a recurrir a la consulta de un terapeuta «para que me lo quite de la cabeza.» como si los recuerdos o las experiencias vividas se pudieran extirpar.

Tas una relación que ha dejado en nosotros una sensación de resentimiento u odio, hacer borrón y cuenta nueva, no es posible. Nuestros «ex» son parte de nuestra historia, sobre todo cuando hay hijos. «Creemos que el odio y el resentimiento son factores de separación, cuando en realidad nos mantienen unidos y nos dificultan la despedida. Porque de eso se trata, de posibilitar la despedida. ¿Pero cómo podríamos despedirnos de [alguien a] quien tenemos tan presente todo el tiempo?»

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Lo que subyace a esa actitud de negación es la incapacidad para experimentar el dolor que nos causa que el otro no es quien lleva la culpa de la ruptura sino que es cosa de dos. Y aceptar esto nos permite volver a sentir aquello en lo que nuestra pareja fue buena, a experimentar nuevamente amor a pesar del enojo y los desacuerdos, trascendiendo, y no suprimiendo, nuestros recuerdos.

Si una pareja se asienta sobre la idea de que el otro cambie, probablemente nos sentiremos defraudados muy pronto. Es muy difícil que el otro realmente cambie, no imposible, pero improbable. Ni tampoco se trata de consentirle al otro todo, como si fuera posible satisfacer todos sus deseos. Somos lo que somos. Y hacemos lo que podemos. «Nos decimos fracasados sólo porque la realidad no coincide con las expectativas que tuvimos o tenemos. Solemos recriminarnos: debería haber hecho esto, debería haber dicho o debería haberme callado… »

La separación y los hijos

En lo que a los niños se refiere, independientemente de que debamos hablarles de la situación preferentemente ambos cónyuges en un mismo momento, desde luego no hay que usarlos como pelotas de ping pon para ponerlos en contra de nuestra pareja. Y por otro lado, aunque ellos nos reconfortan, tenemos que poder estar bien sin necesidad de recurrir a ellos. Centrar nuestro bienestar en nuestros hijos es una pesada carga para ellos como se evidenciará, seguro, más adelante en sus vidas y nos lo reprocharán.

Para salir del resentimiento y el odio que sentimos, es necesario que entendamos cómo interpretamos los hechos. Cómo interpretamos por ejemplo una infidelidad o una sospecha de infidelidad. Detrás de esa infidelidad puede haber motivaciones que debemos intentar dilucidar y que atañen a ambos miembros de la pareja. Es decir, la infidelidad o la sospecha de infidelidad no sería sino el  síntoma de que algo va mal y no lo que «está mal», sin que se entienda que se aprueba una infidelidad o se la promueve: «lo más importante no resulta saber … quien tiene la `razón’, sino reconocer que el encuentro no se produce (¡y eso es triste!), y así damos paso a la posibilidad de estar tristes por el desencuentro sin estar enojados, y entonces ya no es necesario acusar al otro, o dicho de otra forma, podemos aproximarnos al discutido tema del perdón. … porque perdonar es esencialmente cancelar [de corazón] las demandas, las condiciones y las expectativas hacia el otro [y hacia nosotros mismos] , es aflojar los requerimientos para que sea o actúe de determinada manera.» Esto nos permite descargarnos de un sufrimiento inútil, situarnos en la realidad y volver a empezar.

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Fuentes:

http://www.psicologiamundial.com/separacion-de-pareja-¿como-lidiar-con-ella/

http://mialmadediamante.blogspot.com.es/2012/04/el-autentico-proceso-de-separacion-de.html

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