Esta vez ha sido en Inglaterra donde han saltado las alarmas, la cadena de supermercados Tesco ha tenido que disculparse ante sus clientes debido al escándalo provocado por sus hamburguesas, a las que, en un examen rutinario de su carne se les encontró ADN de caballo.
Lo demás desgraciadamente ya lo hemos visto en demasiadas ocasiones en la industria alimentaria durante los últimos 20 años, alarma entre la población, las autoridades negando que la carne de caballo pueda ser perjudicial para la salud y la empresa responsable, esta vez Tesco, retirando toneladas del producto afectado de sus estanterías.
El escándalo en sí se produjo al publicarse que los productos de carne de ternera que habían sido distribuidos por tres compañías en Irlanda e Inglaterra contenían trazas de caballo. Según el informe, la gran mayoría de las muestras tenían una presencia casi insignificante de carne de caballo, pero una de ellas tenía un 29% de carne de equino.
Peligro para la salud
Como sucede siempre en estos casos, las autoridades niegan que la carne de caballo pueda ser perjudicial, mientras defiende que en muchos países se consume carne de este tipo de animal e incluso es un alimento apreciado. Sin embargo, debido probablemente al poder que tiene la industria de la alimentación, se obvia el hecho de que estas compañías han cometido un fraude al comercializar carne de caballo por ternera.
Más grave aún es la gran falta de control que existe en la gran industria alimentaria, el hecho de que las hamburguesas de vacuno contengan carne de caballo pone de manifiesto una absoluta falta de control en la producción de estas hamburguesas. No sabemos cómo ha llegado allí la carne de caballo, y por lo tanto, desconocemos absolutamente cuales son las condiciones de esa carne, si es o no apta para el consumo, de qué país procede o cuales son las condiciones del animal, lo que representa una seria amenaza para la salud de los consumidores.
Como consecuencia, los supermercados y los distribuidores se enfrentan a multas de una cuantía máxima de unos 6.000 euros, en ningún caso se enfrentarán a un proceso criminal, gracias a unas leyes que son realmente blandas con este tipo de delitos.
En resumen, unos 20 años después de que la crisis de las vacas locas aterrorizara a toda Europa provocando muertes unas 200 muertes y miles de afectados de distinta consideración en toda Europa, la industria alimentaria continúa jugando a la ruleta rusa con la salud de los consumidores, gracias a una legislación que ciertamente da todas las facilidades para ello.