Según el Diccionario de la Real Academia Española un complejo es «Un conjunto de ideas, emociones y tendencias generalmente reprimidas y asociadas a experiencias del sujeto, que perturban su comportamiento.» Reprimidas o no, porque a veces son muy concientes, estos afectos se focalizan sobre un defecto generalmente físico, pero no solo físico, real o imaginario, que no le permite a la persona sentirse a gusto consigo misma en el trato con las demás personas. Es muy propio de los prepúbres, púberes y adolescentes que es cuando se producen los cambios visibles en el cuerpo al que el joven no acaba de habituarse. La mayor o menor vulnerabilidad a padecer complejos depende de nuestra autoestima que depende a su vez de cómo ha sido nuestro proceso de maduración.
Pero además influyen factores culturales y sociales. En nuestras sociedades occidentales debemos de tener en cuenta los estereotipos que generan los medios de comunicación de masas que acrecientan la costumbre de establecer comparaciones dando lugar a que nos sintamos poco conformes con nuestro aspecto o lugar en la sociedad. También influyen los comentarios o burlas que algunas personas más o menos cercanas a nosotras hacen acerca de nuestros presuntos defectos llegando en algunos casos al bullying propiamente dicho.
Los complejos pueden ser físicos, psicológicos o sociales.
Los primeros tienen que ver con que si somos altas, bajas, flacas, gordas, tenemos acné, mal olor corporal, o cualquier otra característica.
Los complejos psicológicos tienen que ver con que si somos tímidas, si carecemos de un cierto nivel cultural, las dificultades para expresarnos correctamente, los tics, etc.
Y los complejos sociales dependen de nuestra clase social, nuestros orígenes, las características de nuestro contexto familiar, y demás.
Por el contrario, existen personas muy seguras de sí mismas, que logran seducir con sus defectos. Éste es el tipo de personas que nos deben servir de ejemplo. Es decir, convertir el defecto en un efecto.
Pero lo primero es tomar nota de qué es aquello foco de burla o de complejo y procurar distinguir si es real o no, si es tan desagradable como nos lo quieren hacer notar y dejar de compararnos con los demás. Es decir, sentirnos lo más a gusto posible con nosotras mismas y cuidar al máximo nuestro aspecto: combatir el acné sin obsesionarnos, cuidar nuestro cabello, bañarnos a menudo, ponernos ropa adecuada tomando conciencia de las características de nuestro cuerpo sin deprimirnos, etc. Intentar convertir el defecto en una cualidad como cualquier otra que no nos constriña en nuestra vida social. Pero de existir alguna incapacidad traumatizante como puede ser el no saber establecer vínculos con otras personas, o de tener algún tic, se puede consultar con un psicoterapeuta. Hay habilidades que se pueden adquirir sobre todo si el carecer de ellas nos produce un sufrimiento grave.
Y en cuanto a los complejos sociales, piensa en lo bueno que tienen tu país de origen, tu familia… ninguna cultura ni ninguna familia es perfecta ni ideal. Céntrate en lo bueno y defiéndelo a muerte.