
“Hay muchos motivos para ser infiel: cuando no hay diálogo, cuando no hay sexo, o es malo, cuando la relación es demasiado rutinaria… En cualquier caso, las razones para ser infieles de mujeres y hombres son muy parecidos”.
Según Alicia Gallotti, sexóloga y autora entre otras obras de Soy infiel, ¿y tú? (Ed. Martínez Roca), la infidelidad, muy en contra de los tópicos, no es solo cosa de hombres si bien la infidelidad femenina ha sido desde siempre muy reprobada en todas las culturas, cuando no castigada, mientras que en lo que respecta a los hombres ha sido mucho más tolerada e incluso justificada, y desde luego «más visible». La infidelidad masculina se suele aceptar porque aun se concibe que la necesidad biológica del sexo masculino es incontenible lo cual no es más que un lugar común «que no se ajusta a la realidad.» A este respecto siempre ha existido una doble moral que encasilla a las mujeres. «Históricamente la sociedad ha intentado asegurar que los hijos fueran del marido de la pareja estable. Si los hombres también pudieran tener hijos la sexualidad sería muy diferente”.
En lo que se refiere a la monogamia Gallotti cree que ni siquiera podemos asegurar que sea la forma más beneficiosa de mantener una relación de pareja ni que sea lo que las personas realmente deseamos. Gallotti defiende un modelo abierto de pareja en el que el amor y mutuo respeto sean lo más importante sin poner un cortapisas a la infidelidad: «puedes amar a una persona y acostarte con otra”.
Para Gallotti la forma en que concebimos las relaciones de pareja es muy convencional y sin embargo son muy complejas y lo que vale para unas no vale para otras, de tal suerte que en algunos casos la pareja ve con buenos ojos la infidelidad como modo de salvar la pareja, reactivar el deseo sexual, etc. Porque conciente o inconscientemente la infidelidad es la expresión de que algo en la pareja va mal y la infidelidad es una buena oportunidad para reorientar la relación.
Normalmente las infidelidades no destruyen a las parejas fuertemente consolidadas y maduras sino tan solo a aquellas que ya han fracasado en algún aspecto, ya sea porque los lazos son débiles, porque se ha entrado en un bucle neurótico o por el desgaste. La pasión, se sabe, desaparece por lo general al cabo de unos pocos meses. A partir de ese momento es más difícil sostener buenas relaciones con el partenaire y existe la posibilidad de que se produzcan infidelidades por parte de alguno. Pero puede que las infidelidades se den a los veinte años del matrimonio. No hay unas fechas exactas para que esto ocurra.
Cómo superar una infidelidad
La infidelidad provoca generalmente una serie de sentimientos que no deben reprimirse: celos, humillación y rabia, amén de impactar en la autoestima. Surgen deseos de venganza, rencor, odio y una enorme desilusión respecto del otro como de uno mismo. Se la vive como un fracaso narcisista difícil de soportar.
Pero la herida puede cicatrizar si nos desfogamos, con la pareja, pero también con amigos, familiares y en casos más graves, con un terapeuta. Pero lo más importante es dejar a un lado el despecho y hablar de lo sucedido y buscar las causas de la infidelidad que pueden ser muy variadas. Puede que un miembro de la pareja necesite una bocanada de aire fresco, salir de la rutina diaria, del aburrimiento, huir de una situación que no soporta o del sentimiento de soledad, ganar en autoestima, castigar a su pareja, vengarse de ella, etc.
El diálogo en estas circunstancias debería poder reencauzar la relación y dar lugar a que se resuelvan los problemas de base; la falta de comunicación, la apatía, una relación edípica no resuelta, conflictos relacionados con los hijos así como problemas emocionales tales como la ansiedad, la depresión, dependencia, rigidez moral, etc. o bien permitir llegar a la conclusión de que lo mejor para ambos es una relación abierta.
La comunicación permitirá, siempre que exista amor, remedar las heridas infligidas al engañado y el sentimiento de culpa que pueda experimentar el infiel. Pero también puede ocurrir que el engañado dé por finiquitada la relación de antemano, o perdonar al infiel sin más. Si a pesar de todo la pareja no consigue llegar a un acuerdo, pero tampoco logra separarse, la situación se irá deteriorando e irá a más al punto de que requiera una atención psicoterapéutica para subsanar el desacuerdo y el malestar.
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