La depilación y el maquillaje de las cejas siempre han sido parte relevante de la estética del rostro.
Ya en la Edad Media y en el Renacimiento se impuso la moda de las cejas finas, casi invisibles. Y desde entonces han ido imperando distintos looks, pero siempre con las pinzas de depilar en mano. Más finas, más gruesas, más o menos peinadas… e incluso pintadas o tatuadas.
En los años ’30 comenzaron a marcar tendencia las divas del cine. Greta Garbo, Marlen Dietrich… cejas pulcramente trabajadas, muy finas, algo caídas hacia los lados y perfiladas con lápiz de color suave, mientras que con Audrey Hepburn, Elizabeth Taylor y Grace Kelly se imponen las cejas anchas o finas y curvadas y sensuales para volver a las cejas finas pero bien remarcadas y caídas con Twiggy en los ’60, y las cejas anchas, peinadas y oscuras de Cher y Madonna en los ’80.
En la última temporada irrumpió la moda de teñirse las cejas de rubio o del color opuesto al del cabello. Hay quien lo veía más apropiado para las pasarelas que para salir a la calle. Una propuesta llamativa fue la de pintar el total de la ceja con un brillo purpúreo o con una decoración tipo glitter en dorado o plateado. Pero para el próximo invierno las cejas toman todo el protagonismo y dejamos las pinzas a un lado. Se trata de cubrir toda la ceja con tiras adornadas con pedrería, las cejas joya, completamente rectas y sin que asome ni un solo pelo. Personalmente creo que son espectaculares, vamos, que me encantan. Dulcifican la expresión del rostro a la vez que le dan un carácter verdaderamente único. Sobre todo porque van combinadas con un maquillaje completamente nude de manera que lo único que resaltan son las cejas. No sé qué dirán las más conservadoras, pero y tú, ¿te atreverás a llevarlas?