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Desesperada

Quemar grasas es más difícil cuando se padece estrés o depresión

28 agosto, 2014
El estrés y la obesidad se relacionan con la obesidad y el sobrepeso

Aunque parezca obvio, se han realizado estudios científicos que prueban que quemar grasas cuando se sufre de estrés o de depresión es más difícil que cuando se conserva un buen estado de ánimo. Un equipo de la Universidad Estatal de Ohio en Estados Unidos relaciona estos estados mentales con el sobrepeso y la obesidad y los resultados del estudio se publicaron en la revista Biological Psychology.

Según este estudio,  el estrés puede hacer que disminuya visiblemente el metabolismo de las grasas de manera tal que las mujeres que consumen alimentos calóricos como puede ser una hamburguesa de un establecimiento de comida rápida, queman 104 calorías menos al cabo de siete horas si están estresadas que si no lo están. Esta diferencia puede no ser significativa en el correr de un día, pero al cabo de un año puede significar cinco kilos de más. El estudio se llevó a cabo con 56 mujeres de mediana edad que debían consumir alimentos altos en grasas durante dos días distintos a lo largo de los cuales se controlaba su metabolismo después de completar cuestionarios que evaluaban su nivel de estrés o de depresión así como sus hábitos alimenticios y la actividad física que solían desarrollar.

En primer lugar se medía la cantidad de calorías que cada una de las mujeres quemaba en estado de reposo. Luego debían consumir alimentos que contenían alrededor de 930 calorías y 60 gramos de grasa (lo que contiene una hamburguesa doble con queso y una ración de patatas fritas como las que se venden en los locales de comida rápida). Un día se les dio una comida de prueba con grasas saturadas y, al siguiente, con grasas monoinsaturadas a base de aceite de girasol. Los datos recogidos mostraron que las mujeres que mencionaran en los cuestionarios algún evento estrenaste previo a la prueba quemaban 104 calorías menos de media al cabo de siete horas que el resto de las mujeres, presentaban tensión más alta así como niveles de insulina más elevados y quemaban grasas a un ritmo más lento.

En un estudio previo también se observó que el estrés retrasa la cicatrización de heridas, aumenta la propensión a consumir alcohol y tabaco, reduce la participación en actividades que requieren actividad física, provoca trastornos del sueño y afecta negativamente al tipo de dieta todo lo cual agravaría el impacto de los problemas fisiológicos.

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El consumo excesivo de alcohol concretamente, se asocia con retrasos en la migración celular y la deposición de colágeno en el lugar de la herida lo que puede impedir los procesos de curación. Fumar se relaciona con una más lenta cicatrización natural y de las heridas en cirugías. Los trastornos del sueño por su parte, retrasan la recuperación del tejido cutáneo y reducen la producción de la hormona del crecimiento. La falta de ejercicio físico y la deficiente ingesta de glucosa, poliinsaturados, proteínas y ciertas vitaminas también impiden los procesos de curación.

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