
Curiosamente, según nos explica Beatriz Preciado, filósofa feminista, queer y del género, la palabra feminismo aparece por primera vez en un texto sobre tuberculosis.
El médico francés Ferdinand Valére Faneau de La Cour escribió en 1871 un libro titulado Del feminismo y del infantilismo en los tuberculosos, en el que aseguraba que numerosos hombres tuberculosos que padecían de esta enfermedad en particular si la padecían de forma hereditaria presentaban rasgos «feministas» e infantiles: esto es, «cabello fino, pestañas largas, piel blanca y blanda, barba escasa, genitales pequeños, mamas voluminosas…» refiriéndose así a los rasgos femeninos de estos varones, por cierto patológicos. A raíz del éxito mediático que tuvo esta publicación Alejandro Dumas (hijo) comienza a emplear el término feminista para denigrar a los que defendían las causas ciudadanas.
Es decir, es un término que se acuña en el contexto médico-jurídico-disciplinario como tantos otros que se utilizan en lo que se refiere a las políticas sexuales. De ahí que la lucha feminista esté estrechamente ligada a las políticas de higiene y gestión de la salud.
Recién a finales del siglo XIX la palabra feminismo comienza a ser empleada por los movimientos sufragistas que reclamaban para las mujeres el derecho al voto.
Fuente
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