
Séraphine Louis o Séraphine de Senlis nació en Arsy (OIse) el 3 de setiembre de 1864 en el seno de una familia humilde. Su padre era obrero y su madre procedía de una familia de campesinos. Al año de nacer, su madre murió y su padre, después de volver a casarse, 6 años después también murió. Séraphine vivía con su hermana mayor y comenzó a trabajar como pastora. A partir de 1881 trabajaría como asistenta en el Convento de las Hermanas de la Providencia, en Clermont y a partir de 1901, como criada en diferentes casas de Senlis. El destino hizo que Wilhelm Uhde, un coleccionista alemán, marchante, galerista y crítico de arte cuyo nombre se asocia a las vanguardias del siglo XX, casado con la también pintora Sonia Delaunay, dedicado a comprar obras de pintores naif o ingenuos, al estilo de Rosseau, Camille Bombois, Louis Vivin, André Bauchant… y a los que él denominaba primitivos modernos o pintores del Sagrado Corazón, llegara a una de las casas en las que trabajaba Séraphine. Séraphine limpiaba su habitación y se ocupaba de que estuviera bien atendido. Pero un día, el huésped descubrió en el salón de la casa un pequeño bodegón de manzanas que le llamó la atención y al saber que era de Séraphine la convenció para que le enseñara otros cuadros más. La técnica de Séraphine era muy particular. Ella usaba pintura Ripolin, la más barata del mercado, que mezclaba con cera de las velas que recogía de las iglesias, y tierra que traía de sus paseos por el campo e incluso con su sangre. Según Séraphine había comenzado a pintar por indicación de los ángeles y de la Virgen. Cuando salía de su habitación cerrada a cal y canto para que nadie viera cómo pintaba y preparaba sus lienzos y en la que vivía de manera monacal, se iba al campo a abrazarse a los árboles y a las flores. Y solo pintaba plantas y flores, «plantas carnales con frutos rodeados de pestañas. Ornamentos foliáceos hechos de suntuosas plumas delicadamente coloreadas, en cuyo resplandeciente nervio se abren ojos. Extraña malla de susurrantes y concupiscentes ramajes con sartas de perlas compuestas por bayas del arbusto de la ternura, y umbelas estrelladas del jardín de los placeres.» Sobre su chimenea siempre ardía una vela para la Virgen. Cuando pintaba, lo hacía como en estado de trance. Para ella, como lo fuera para van Gogh, pintar era un acto afectivo. Era como redimirse a través de la creación. Udhe no duda un instante y compra cuadros a Séraphine y cuelga sus cuadros en París. Pero inmediatamente se desata la Primera Guerra Mundial y Uhde se ve obligado a huir de Francia. A pesar del hambre y la miseria, Séraphine sigue pintando y en 1927 Uhde vuelve a Senlis para ver una muestra de arte de aficionados y redescubre a Séraphine y decide volver ayudarla. Séraphine vende mucho, pero poco a poco la locura se apodera de su pequeña alma. Entonces sus sueños se apagan, y comienza a caminar de casa en casa anunciando el fin del mundo. Es ingresada en el asilo de ancianos de Clermont. Muere el 11 de diciembre de 1942, «a los 78 años, en un anexo del hospital de Villers-sous-Erquery, a causa de las dosis masivas de tranquilizantes, de las privaciones físicas y la falta de alimento durante la ocupación alemana de Francia en la II Guerra Mundial y que fueron fatales para los miles de hombres y mujeres que vivían en centros psiquiátricos. Fue enterrada en una fosa común.»
Protagonizada por una espectacular Yolande Moreau que interpreta a la perfección a esa pequeña mujer, ajada, de ojos oscuros y brillantes sobre la tez pálida, «Provost cuenta su historia con una narrativa elíptica, fracturada, que, suavemente, convierte Séraphine en la arrebatadora disección de una extraña forma de santidad y los insondables abismos que la circundan.» Soberbia.
Fuentes
http://mujeresenelarte.blogspot.com.es/2009/03/seraphine-louis-seraphine-de-senlis1864.html
http://www.golem.es/seraphine/