El dibujo de las cejas cambia sustancialmente el aspecto del rostro de las mujeres y está a merced de las modas que les han impuesto formas y cambios extremos a lo largo de la historia.
En la antigua Grecia se llevaba el unicejo mientras que en la inglaterra isabelina se las depilaba de modo absoluto. En los años 20 se usaba una línea finísima y en la actualidad se vuelve a las cejas de máximo grosor como reflejo de las de Audrey Hepburn en los 50 o Brooke Shields en los 80.
Se usa llevarlas gruesas, trabajadas e imponentes con los pelillos del principio algo desparejos, menos arqueadas, más bien rectas y muy rellenas o con un ángulo a mitad del arco apenas perceptible y que acabe en punta, rellenas a lápiz y con firmeza y dándoles mayor volumen con un poco de iluminador justo por debajo.
Para aquellas que tienen las cejas poco pobladas se aconseja marcar un ligero arco con lápiz en un tono algo más claro que el color del pelo rellenando los claros con trazos cortos y difuminando.
Para disimular ciertos rasgos es posible trabajar las cejas. Si, por ejemplo tienes la cara redonda puedes definir más el arco. Si tienes el rostro anguloso, puedes redondear las cejas. Si tienes la nariz ancha deberías acercar las cejas marcando el inicio hacia dentro. Para el caso de que tus cejas no comiencen allí puedes rellenar esa zona con un lápiz específico.
Los lapiceros son ideales para marcar el arco y dibujar falsos pelillos y alargar. Para dar profundidad e intensidad a cejas de tonos claros se pueden usar cremas y polvos. Para fijar se usan geles transparentes y los geles tintados, para teñir. Para el caso de que tus cejas estén demasiado depiladas o presenten calvas, incluso cuando parezca irreversible, se pueden usar sérums de crecimiento.
Las pinzas, por su parte, deberían emplearse solo para remover pelillos muy rebeldes y mantener el dibujo trazado previamente por un profesional.