
Según la OMS, cada año se practican unas 5000 ablaciones en el mundo lo que constituye una violación de los derechos humanos de las mujeres.
La ablación es una mutilación de los órganos genitales externos femeninos, ya sea parcial o total. Esta práctica no tiene efectos positivos de ningún tipo para la mujer y se practica de manera intencional y conciente. Por el contrario, puede producir hemorragias y problemas urinarios, complicaciones en el parto y muerte del neonato. Las complicaciones inmediatas son la hemorragia, dolor intenso, tétanos, sepsis, retención de orina, llagas abiertas y lesiones en la zona genital.
Se practica en la infancia en algún momento entre la lactancia y los 15 años por parte de circuncisadores tradicionales, generalmente los mismos que asisten al parto.
La ablación se practica sobre todo en las regiones occidentales, orientales y nororiental de África, en algunos países de Asia y Medio Oriente y en poblaciones de inmigrantes en Europa y Estados Unidos. Los motivos son de índole religiosa, cultural y como convención social. Se la considera parte de una buena crianza, se la relaciona con la virginidad y la fidelidad marital. Aunque suele tener carácter religioso no figura como tal en ningún escrito religioso y hay quienes le restan relevancia.
En cualquier caso constituye una violación de los derechos humanos y de la infancia porque viola la salud, la seguridad y la integridad de la niña. Es consecuencia de la discriminación de la mujer y una suerte de tortura degradante que puede acabar con la muerte de la víctima.
Imagen: El Mundo