
Hace un par de décadas trabajar en casa era impensable pero con la revolución copernicana que supuso la introducción de los ordenadores en las casas y no solo en las oficinas, la tendencia cambió y hoy hay cada vez un número mayor de personas que optan por no moverse de casa para desarrollar sus proyectos.
También se da el caso de que las propias empresas busquen que parte de su personal haga el trabajo desde sus casas. Supone un ahorro para ambos la empresa y los trabajadores.
Pero muchos optan por no trabajar para otros y prefieren montar su propio negocio lejos del estrés que representa eso. No hay que rendir cuentas a nadie, salvo a los clientes, y puedes organizar tu tiempo como mejor te convenga de manera que puedas compatibilizar tu vida laboral y familiar. Es una buena manera de evitar el estrés y la tensión de la vida empresarial cada vez más compleja en nuestros días.
Si bien es cierto que sobre todo al principio los ingresos son inestables, como en todo emprendimiento, una vez que pasa la marea, con el crecimiento de la empresa, puedes ponerte metas financieras que te satisfagan.
Trabajar en casa permite que ahorres en transporte, en tiempo de desplazamientos y en el tener que lidiar con jefes estresados también ellos. También te ahorras en gastos de oficina y lo que ello conlleva.